Llamase así por que dicha casa-palacio ostenta en su tejado siete puntiagudas
chimeneas. Al parecer fue construida en el siglo XVI, entre 1574 y 1577, por el
arquitecto Antonio Sillero, para albergar la casa-palacio-oficina de Juan
Ledesma, secretario de Antonio Pérez.
Dicen que su primer propietario pronto la vendió y ya a finales del siglo XVI pertenecía a la familia de los Colmenares, condes de Polentinos.
Dicen que su primer propietario pronto la vendió y ya a finales del siglo XVI pertenecía a la familia de los Colmenares, condes de Polentinos.
Esto es lo que dicen las crónicas. Pero la verdad, la absoluta verdad, conocida
por las cotillas de la villa y corte, que tanto y tanto saben, es que era la
morada de una doncella: la bella Elena Zapata. Bellísima mujer, amante
de Felipe II, el cuál para guardar las apariencias casó a su amante con un
militar de noble linaje y les regaló el palacio para la residencia del joven
matrimonio.Y también para sus encuentros amorosos.
Dicen que Felipe II, embozado para no ser reconocido, acudía a la cita diaria
con su amante. Sin embargo, los chismorreos trascendieron y la bella Elena,
presa de remordimiento, enfermó y un día gris apareció muerta en su alcoba.
Desde entonces su alma en pena recorre los tejados de la Casa de las Siete
Chimeneas. Muchos viajantes han podido verla. Suele aparecer en los días de
truenos y lluvia.
Esta singular vivienda fue también escenario de otras muertes oscuras y macabras. Otra amante de Felipe II apareció muerta en los sótanos del palacio, con un puñal clavado en el pecho y las arras de su boda con un rico hacendado, arras regalo del rey, esparcidas a su alrededor.
También fue escenario de las luchas ensangrentadas durante el motín de Esquilache, entonces residencia del ministro de Carlos III... pero ninguna historia como la de la bella Elena.
Esta singular vivienda fue también escenario de otras muertes oscuras y macabras. Otra amante de Felipe II apareció muerta en los sótanos del palacio, con un puñal clavado en el pecho y las arras de su boda con un rico hacendado, arras regalo del rey, esparcidas a su alrededor.
También fue escenario de las luchas ensangrentadas durante el motín de Esquilache, entonces residencia del ministro de Carlos III... pero ninguna historia como la de la bella Elena.
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