La Moira |
La historia habla de un personaje llamado Víctor Moira, quien construye una casa y al terminarla, hace una fiesta, brinda con el mar; pero una ola se lleva la construcción y él se ahoga...
Marco era apenas un niño de 8 ó 9 años de edad cuando, incitado por sus
compañeros de orfanato, se atrevió a entrar solo a la Moira, "una antigua casa
embrujada".
Tras ver y oír cosas extrañas en ella, el pequeño salió huyendo del lugar.
Sin embargo, un par de años después, atraído por la curiosidad y la intriga que
los sucesos de su primera visita le despertaron, regresó a la vieja casona,
donde habría de encontrar su fatal destino...
Marco encontró la muerte, de manera trágica e inexplicable: la horca.
Con esa misteriosa historia de hace 30 años, los modernos visitantes de La
Moira, que en un lenguaje antiguo significa "Destino", son atraídos a la vieja
casa, donde sus anfitriones son cuatro estudiosos de lo paranormal y
sobrenatural.
Convencidos de que, en palabras de Lovecraft, escritor norteamericano maestro
del género fantástico, "la emoción más fuerte y primitiva que trae consigo el
ser humano es el miedo y el miedo más fuerte y primitivo es el miedo a lo
desconocido", Astyaro, Diorna, Wenceslao y Orgen La Vey organizan cada fin de
semana, una vez que se ha ocultado el sol, sesiones en las que invocan al
atormentado espíritu de Marco.
Ofrecido como "un recorrido asombroso y escalofriante, a través de una antigua casa cargada de fuerzas psíquicas en la que los visitantes experimentan fenómenos sobrenaturales", Distorsión Mental - como llaman a la visita guiada-, más que un espectáculo, es "una experiencia diferente" y enigmática.
A través de ella, los "especuladores" o visitantes se involucran e
interactúan con la historia de Marco, participando en sesiones espiritistas,
lectura del Tarot y juego de la Ouija, haciendo de la noche un vehículo para
transportarse a una "realidad alterna". "Al principio, los invitados son ajenos
a la historia y sólo la aprecian desde afuera. Conforme se van adentrando se
convierten en parte de ella; se vuelven parte de la casa y la casa parte de
ellos. Ésta los absorbe hasta el punto de no poder saber si alguna vez
existieron afuera.
"El tiempo al interior de La Moira no tiene significado alguno, se atrasa, se
adelanta, se detiene por completo. Es una realidad aparte, donde sucede lo
inexplicable y lo sobrenatural", aseguran los anfitriones o guías la casa.
Lo Increíble
Quienes la visitan y se someten a las sesiones organizadas por el mentalista
Astyaro, quien es el máximo anfitrión, podrán presenciar y atestiguar la breve y
fugaz levitación de una silla con uno de los visitantes sentado.
También verán un foco que se llena de energía y explota en los dedos de
Astyaro con sólo mirarlo fijamente, unas cartas que se barajan solas sin
tocarlas, además sentirán la presencia del espíritu de Marco, manifestado en el
ambiente.
Pero, si lo que los visitantes buscan son encuentros con manos peludas,
susurros al oído, alaridos, mujeres vestidas de blanco que levitan sin mostrar
los pies, apariciones repentinas, cadenas que se arrastran por el suelo o
colmillos que destellan en la oscuridad, con música tétrica de fondo, lo mejor
será retirarse del lugar.
De esta manera, La Moira, ubicada en la colonia San Miguel Chapultepec, es
visitada lo mismo por crédulos que por escépticos, católicos, protestantes o
ateos, movidos por las mismas sensaciones: la curiosidad y el morbo. Todos ellos
deseosos de experimentar "algo diferente", dentro de una casa que no tienen más
ambientación que una extensa variedad de dibujos extraños y alucinantes pintados
en las paredes; velas regadas por doquier y una inmensa y permanente oscuridad
que por ratos inquieta y desespera y que hace la experiencia más real.
Así es La Moira, una vieja casa en la cual, durante su primer visita hace
muchos años, Marco vio a un niño de su misma edad que colgaba, ahorcado, del
techo de una de las habitaciones de la planta alta. Lo vio en el mismo lugar en
el que, años más tarde, el pequeño huérfano también encontraría su muerte y de
la misma forma: con una soga atada al cuello...
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