jueves, 16 de febrero de 2012

El cementerio de Bobby Greyfriars


El Cementerio Greyfriars rodea la capilla Greyfriars Kirk de Edimburgo, en Escocia, y está en manos de un fiduciario independiente de la iglesia. Para muchas personas, el cementerio se asocia principalmente con Greyfriars Bobby, el perro fiel que vigilaba la tumba de su amo. Aunque la lápida de Bobby se encuentra en la entrada del cementerio, en realidad está enterrado en un punto donde solo hay hierba, cerca de uno de los muros, ya que las autoridades de Kirk no permitieron su entierro, en tierra consagrada. La famosa estatua del perro se encuentra del lado opuesto de la puerta del cementerio, en el cruce del puente George IV, y la fila de candelabros.

El cementerio estuvo involucrado en la historia de los Covenanter. Que comenzaron en 1638 con la firma del Pacto Nacional en la capilla Kirk, y en 1679 alrededor de 1200 Covenanters fueron encarcelados en la parroquia a la espera de un juicio, un área conocida como la Cárcel de los Covenanters. Muchas de las parcelas están rodeadas por muros de piedra ornamentada y hierro, llamadas mortuorios, para preservar los muertos de los intentos de vandalismos de principios del siglo XIX, utilizados para prácticas como el estudio de muertos, que propiciaba el Colegio Médico de Edimburgo (Edinburgh Medical College) con los cadáveres para su disección.
Durante los primeros días de la fotografía en la década de 1840, el cementerio fue utilizado por David Octavius Hill y el fotógrafo Robert Adamson como escenario de varios retratos y representaciones vivientes, por ejemplo la obra Artística “El Enterrador”.

El cementerio Greyfriars tiene fama de estar embrujado. Uno de los comentarios más frecuentes, se atribuye al espíritu inquieto del infame abogado George Mackenzie conocido como "Bloody" (el sangriento), enterrado allí en 1691. Se comenta que el 'fantasma de Mackenzie' causa moretones y cortes en los que entran en contacto con él y muchos visitantes han informado de sentir extrañas sensaciones. En particular, los visitantes que toman el paseo de la Ciudad de los muertos, que tiene acceso a la Cárcel de los Covenanters, de hecho, sostienen que han surgido con lesiones sin haber sufrido ningún tipo de accidente. Aún más interesante, existe un número de muertes que han tenido lugar en el cementerio mismo. En el canal SciFi, aparece el cementerio Greyfriars como uno de los lugares más tenebrosos de la Tierra.

Lindante a la parte trasera del cementerio se encuentra la escuela George Heriot, y el pub Bobby Greyfriars.
Un letrero en la entrada del cementerio dice lo siguiente: ” El cementerio esta a espaldas de la escuela George Heriot, y el pub Bobby Greyfriars”. A la derecha de la entrada del cementerio, un letrero indica:
” En la parroquia Greyfriars kirk, fue aprobado y firmado el Pacto Nacional del 28 de febrero de 1638. En el cementerio hay objetos de interés histórico como el Monumento a los Mártires hacia el noreste y la prisión de los Covenanter hacia el suroeste.


El "Greyfriars Bobby", historia escocesa sobre fidelidad y lealtad de un perro a su amo.

"Bobby" era un Skye Terrier. Su dueño, un policía de la ciudad de Edimburgo (Escocia) llamado John Gray, no se separaba de él, y ambos estaban siempre juntos. Desafortunadamente, el 15 de Febrero de 1858, Gray muere de una tuberculosis repentina. Durante el funeral Bobby permanecería siempre presente, y seguiría al cortejo hasta el cementerio de Greyfriars Kirkyard, donde descansaría su dueño durante el resto de los días. En un acto de fidelidad extrema, Bobby pasaría el resto de los 14 años que le quedaban de vida montando guardia sobre la tumba de su fallecido amo. Todos pensaban que Bobby permanecería sólo unos días al lado de la tumba y que luego el hambre o el aburrimiento lo alejarían. No obstante, comenzarían a pasar los años e incluso los crudos inviernos de Escocia y Bobby permanecería fiel en su guardia. Solo se retiraba de vez en cuando para beber y conseguir comida, o cuando la nieve le impedía permanecer en el lugar.

Tr
es años después, en 1961, se acabarían sus problemas de hambre y sed. El Castillo de Edimburgo disparaba todos los días desde el cañón a la una en punto de la tarde, para que todos los ciudadanos pudieran ajustar sus relojes. Al tiempo que esta tradición comenzó, Bobby se hizo amigo de un soldado del castillo, su nombre era Scott. El sargento Scott presentó a Bobby a sus compañeros y todos le dieron la bienvenida al nuevo camarada peludo. Una de las responsabilidades del sargento Scott era la de ayudar a disparar el cañón y Bobby siempre lo seguía por las rampas del castillo para ser testigo de la acción.
Una vez realizado el disparo, Bobby corría hasta un restaurante llamado "The Eating House", donde el dueño le daba el almuerzo a Bobby. Muy pronto se convirtió en una atracción de la ciudad el ver a Bobby ir a pedir su almuerzo al restaurante y grupos de personas se reunían en las puertas de entrada del cementerio para esperarlo. Pero Bobby no perdía tiempo con su comida, nada más terminar, corría hacia el cementerio para sentarse al lado de la tumba de John Gray.
A tal punto creció esta fama que en 1867 el mismo Lord Provost de Edimburgo, Sir William Chambers, intervendría personalmente y declaró al fiel perro como propiedad del Consejo de la Ciudad.

Bobby murió sobre la tumba de su amo en 1872. En 1873, la Baronesa Burdett Coutts mandó esculpir una estatua y una fuente para conmemorar la vida de este perro. Estatua que, no curiosamente, fue construida mirando hacia la tumba de John Gray.


Estatua de "Bobby".











 

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