miércoles, 15 de febrero de 2012

El antiguo Colegio de Turón


 
En pleno corazón de Asturias se ubica el Valle de Turón, enclave trascendental para la minería y la industria asturianas y para la historia de España. Atravesando la avenida principal de su pueblo se encuentra el edificio del colegio abandonado de Nuestra Señora de Covadonga, más conocido como de La Salle. Su interior esconde un gran misterio. En él tuvo lugar una historia trágica que cambió la vida de varias familias de este municipio.


 
 


Las obras del edificio Nuestra Señora de Covadonga finalizaron en el año 1917, pero hasta 1939 no fue utilizado como colegio para los hijos de los mineros. Durante la revolución obrera de 1934 los maestros, religiosos de la orden de los hermanos de La Salle, fueron apresados y ejecutados en un cementerio próximo. A causa de este suceso el Papa los nombró Santos Mártires de Turón entre los años 1999 y 2000. La historia secreta de este colegio puede reconstruirse recurriendo a las fuentes vecinales, que indican que tras la toma del bando nacional durante la Guerra Civil el pueblo fue marcado con una “X” por su participación en la revolución, lo que hizo que las represalias por sus tendencias políticas fueran enormes. Al carecer de cuartel, el colegio fue adoptado como recinto provisional en el año 1937. Las personas se agolpaban a sus puertas para ver cómo desplazaban a los futuros ejecutados al Pozu Fortuna, una boca de mina ubicada a pocos kilómetros que sirvió de fosa común. Para evitar revuelo entre la población eran ejecutados en el propio patio del colegio. Según muchos habitantes los restos aún permanecen bajo el asfalto del recinto.

Algunos de los testimonios recogidos durante la investigación que realizó el grupo Gaipo revelan que solo tres de las aulas del colegio fueron destinados a impartir clase. El resto sirvieron como cárcel.

Una de las aulas del Colegio de Turón, quemada.

Los técnicos de fotografía del grupo llevaron a cabo barridos fotográficos para captar cualquier posible anomalía, una de las imágenes más impactantes fue tomada en la primera planta del edificio. En ella se podía ver una luz verde que cruzaba en dirección al fotógrafo. Tal suceso se filmó cerca del aula donde habían sido retenidos los religiosos ejecutados.


Las psicofonías captadas mostraban mensajes de dolor, que fueron contrastados con los testimonios conseguidos y la historia que envolvía los lugares del edificio donde fueron recogidas, como el sótano del colegio, lleno de escombros, y una pequeña y agobiante habitación del piso superior que se encontraba quemada. En la primera sala se grabó un grito perturbador, como si alguien estuviera siendo torturado. El resto de los mensajes recogidos también eran de sufrimiento: “Ayudadme”; ”Maltrato”; “Afuera, "Encontrad”; “Llámame”; “Cobardes”. En algunas ocasiones estaban acompañados de ruidos sin explicación, golpes en muebles o raps e incluso de puertas que se cerraban de repente o de detectores de movimiento que saltaban sin que supuestamente nada se cruzase por su zona de control. Por ello, los miembros del grupo Gaipo realizaron sesiones de espiritismo en los sótanos del inmueble para obtener más pistas sobre estos fenómenos. Los datos revelados parecían incoherentes en un comienzo: personas apresadas en aquel lugar, muertes, restos humanos y aparentes entes, entre ellos un nonato… Todo cobró sentido gracias a los testimonios.

Los investigadores encontraron amplia información sobre el asesinato de los sacerdotes, declarados mártires de guerra en Roma en el año 1999, pero muy poco acerca de las muertes de los demás presos políticos, debido a que todo fue quemado en el año 1936. Por este motivo fueron decisivos la aportación de nuevos documentos, en forma de artículos de periódico, y la colaboración de algunos testigos, como el enterrador, para esclarecer el caso. Ángel Ortega, de 95 años, fue uno de los ancianos que vivió lo ocurrido en aquel lugar, ya que su mujer fue asesinada cuando estaba embaraza de siete meses –dato que concuerda con el hecho de que aparezca un nonato en las psicofonías-: “Los muros de esta escuela sirvieron de cárcel en la toma de 1937. Muchos vecinos fueron hechos prisioneros en sus sótanos para luego ser ejecutados. Entre ellos, mi esposa Consuelo. Ella fue acusada, perseguida y apresada para sonsacarle mi paradero. Mi mujer sufrió torturas dentro del colegio: fue maltratada, mancillada y, finalmente, asesinada”.


Además, en los años cincuenta del pasado siglo unos menores, apodados "Los niños hueseros", encontraron durante las reformas del patio escolar numerosos huesos, que a día de hoy aún continúan bajo el asfalto. Algo que concuerda con el testimonio de Hermesindo Andrade, quien asegura que él y otros alumnos fueron obligados a enterrar los huesos en un antiguo huerto: “Algunos cráneos conservan marcas y agujeros practicados por los verdugos”. A partir de este momento la prensa local y los medios nacionales mostraron interés en el asunto. Es una de las escasas ocasiones en que en España, y gracias a una investigación paranormal, se descubre la ubicación de una fosa común. Tal vez una intercomunicación entre el Más Allá y nuestro mundo lo permitió.



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