El Palacio de Holyrood en Edimburgo fue el hogar escocés de la reina Elizabeth. Pero yendo a una época más avanzada fue María Estuardo, la reina escocesa por excelencia a quién se le atribuye buena parte de responsabilidad que haya un fantasma en el edificio.
Según cuenta la leyenda que, el alma errante que camina por los pasillos de Holyrood es la de David Rizzio, quien fuera amante de la monarca. Su esposo, Sir Darnley, se enteró de la noticia y no pudo soportar los celos, fue contra su enemigo y lo apuñaló unas sesenta veces. Los testimonios de los huéspedes que visitan el Palacio hablan de que los fenómenos paranormales suceden en la misma habitación en la que el rey mató al amante de la reina.
La gente afirma sufrir insoportables dolores de cabeza cuando se encuentran en ese lugar. Pero parece ser que el fantasma de Rizzio no se conformó con esto y hace unos treinta años un vigilante de seguridad sintió que bajaba la temperatura de la habitación en forma brusca y escuchó pasos. Además, en los últimos años han sucedido toda una serie de desgracias en el palacio que todo el mundo achaca al fantasma, amante de María Estuardo.
Entorno a la propia reina circularon en su época varios rumores acerca de su "ligereza de cascos". Al día de hoy no se sabe si son ciertos pero tampoco se le recriminan dado el cariño que los escoceces tienen a María Estuardo.
Han habido sucesos que confirmarían estos cotilleos, dado que en la antigua garita de los guardias, un habitáculo situado a la entrada del palacio y separado del edificio, se encontró hace unos cuantos años una joya de gran valor que, por lo que parece, perteneció a la reina. Las explicaciones que circulan al respecto es que a María Estuardo podría habérsele caído mientras mantenía un encuentro amoroso con uno de sus amantes y no fue descubierto hasta siglos más tarde.
Por otra parte el Palacio de Holyrood está lleno de pasadizos secretos, sótanos y túneles, incluyendo uno que servía para conectarlo con el castillo de Edimburgo. La leyenda cuenta que el rey dio orden a un soldado de confirmar si esto era cierto. Se perdió y quedó allí para siempre. Actualmente, hay quien se queda inmóvil de miedo al escuchar entre las frías paredes una triste canción que, según dicen, entona el malogrado soldado.
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