miércoles, 8 de febrero de 2012

Windsor



Guillermo El Conquistador inició la construcción del Castillo de Windsor en el año 1075 tras la conquista normanda, que culminó en la Batalla de Hastings en el año 1066. El castillo fue casi destruido durante la Guerra Civil de 1600. Si bien sirvió como prisión, Windsor también se convirtió durante buena parte de su tiempo en hogar de la Casa Real inglesa.

Durante el reinado del rey Jorge IV en el siglo XIX se transformó en un palacio. En 1917 el rey Jorge V constituyó el castillo para la familia real, con lo que desde entonces el nombre de la monarquía sería la Casa de Windsor. El castillo sobrevivió a los bombardeos de las dos guerras mundiales, y hoy en día la reina Isabel II acude a la iglesia en su capilla de San Jorge.

Cuentan que el fantasma que más se ha visto en Windsor es el de Herne El Cazador, al que han llegado a ver cientos de personas en los jardines del castillo. Según narra la leyenda, fue un cazador real que gozó de las simpatías del rey, y por ello, era odiado en la corte. Debido a ello y a las presiones, se ahorcó. Su fantasma aparece a lomos de un córcel negro, a menudo acompañado de perros fantasma.

El fantasma de Enrique VIII atormenta los claustros de la Deanery. Mucha gente dice que ha podido escuchar sus pasos y sus gemidos. Una de sus esposas, Ana Bolena, fue precisamente ejecutada en este claustro. Cuentan también que la hija de Enrique VIII, la reina Isabel I, se pasea de noche de una habitación a otra.

El fantasma de Carlos I ha sido visto sobre todo en la biblioteca, así como el rey Jorge III, quien enloqueció en la habitación en la que hoy, puede verse su rostro fantasma a través de las ventanas.

También habitan Windsor otros fantasmas desconocidos, como el del niño que grita por los pasilllos que no quiere ir a montar, o los niños que se oyen jugar cada día en la torre de la prisión, y la niña con un hombre subido a caballo en la cocina, que antiguamente era la caballeriza.

Pasos misteriosos se escuchan cada noche en la torre Curfew, y a veces, sin que nadie sepa cómo, repican sus campanas. Cerca de la Capilla de San Jorge aparecieron una noche un nuevo grupo de estatuas. Los visitantes quedaron asombrados, y preguntaron al guarda a la salida por aquellas estatuas que no aparecían en la guía de la visita. El guarda dijo que allí no se había colocado ningún grupo de estatuas y cuando volvieron al lugar, ya no estaban.









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